EL REY NECIO, de Koldo Campos Sagaseta
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Por Olga Saratxaga Bouzas, escritora.
Un cronopio es un dibujo fuera del margen, un poema sin rimas. (Julio Cortázar, grandísimo cronopio)

El paso del tiempo, o la percepción que tenemos sobre él, se encarga de hacernos saber nuestra finitud y nos otorga consciencia de a qué nos enfrentamos en el devenir mundial que cons
truimos. Del mismo modo, cuando la destrucción del planeta y la indolencia política campan a niveles sin retorno, esta constante, la entendamos continuo histórico −hilo conductor de transformaciones−, o como fenómeno inquebrantable que sucede al margen de nuestra interacción y movimiento, nos sitúa en contextos específicos, tanto territoriales como de pensamiento, imprescindibles para entender quiénes somos: el porqué, con quién, hacia dónde... Así accedemos al pasado de nuestras sombras y de las luces que las hacen ser, a través de la cronología computable en unidades físicas: minutos, días, meses... que, al mirar atrás y proyectar nuevos presentes, nos hace evaluar fortalezas y debilidades comunitarias.
Aunque hoy no acudo a este espacio para filosofar sobre oquedades metafísicas ni crear controversia. El fin es esparcir pequeñas dosis de felicidad, asomada al legado de Koldo Campos Sagaseta de Ilurdoz, valiéndome de Cronos, lineal y secuencial, para llegar a Kairós y Aión, dimensiones del momento oportuno en que algo cambia para siempre y el tiempo infinito, respectivamente.
Koldo, vuelvo a escribirte, desde esta parte de la memoria que continúa desafiando los pedregales coloniales, provista de buenas noticias que compartir, porque no solo de visibilizar las murallas que oprimen los mundos posibles y procurar su deconstrucción se alimenta la utopía, sino que la resistencia aguarda, además, algún que otro varapalo a los monopolios y a los mercados −incluido el autoritarismo literario−, para seguir respirando sueños.
Hace ya más de 10 años del artículo "‘El rey necio’ y los Premios Euskadi", en la sección Iritzia de GARA. Conocía parte de tu obra y admiraba tu valentía, la sensatez de cada reflexión y, cómo no, tu peculiar ironía. Sentía una conexión más allá de lo ideológico, un cordón tácito asociado a propiedades que no puedo explicar. No entendí el criterio del elenco en cuestión: justificar un fallo desierto por el número (a su juicio escaso) de presentaciones a concurso. Se supone que los preceptos para considerar una creación narrativa deben valorar precisamente su calidad, sin tener en cuenta factores anecdóticos. Entonces pensé en lo probable de una deliberación con más error que acierto, apoyada en la interesante sinopsis del propio autor. En la actualidad, tengo información suficiente que afianza aquella intuición.
Ha transcurrido también una década larga desde que se editó "El rey necio” en República Dominicana (2012), donde obtuvo el galardón de Letras de Ultramar de Literatura Infantil y Juvenil 2011. Resulta obvio el antagonismo de pareceres entre jurados...
Dejaste patente en el citado artículo que abrigabas la esperanza de que alguna editorial vasca se interesara por "El rey necio" y se publicara en el país que presenció tu nacimiento: Euskal Herria. Ni truco ni trato, la encomienda quedó en manos de terceros elementos. Tocaba esperar, por tanto, mejores sinergias lírico-temporales. Llegó tu despedida: el reloj posicionó el calendario en julio de 2024, sin asomo aún de aliciente editorial.
Genuino cortazariano, viviste rodeado de «cronopios», esos personajes indefinibles, idealistas, amantes de las buenas conversaciones, poetas, seres espontáneos, sensibles, poco convencionales, fuera de la norma... que no gustan a «los famas». Apesadumbrados por tu tránsito, urdieron plan y alienaron a Kairós con las tijeras de «Irene» y el ansiado abolengo de «Remolón». El nudo comenzó a deshacerse, la necedad, junto a lo dictatorial, se zambulló para siempre en «el pantano de las palabras movedizas». Cronos, mientras tanto, continúo impertérrito el camino asignado en la antigua Grecia y, casi sin darnos cuenta, nos ubicó en el ecuador otoñal del mismo 2024.
Eragin ediciones, sello editorial vasco independiente, recogió este hermoso relato de las manos de tu hija Irene, que, orgullosa de su «pa», confío a la editorial uno de tus tesoros en prosa. A buen seguro, estarás encantado de dirigirte a los ilustres apellidos de los Premios Euskadi de Literatura 2013 para mostrarles tu entusiasmo al ver cumplida tu ilusión de que la edición vasca sea una realidad repartida por las librerías de Euskal Herria y el Estado, con opción de envío a República Dominicana, tu otra nacionalidad. Igualmente, para solicitarles una vez más, en público, los ejemplares cedidos en aquel certamen, haciendo uso de tu inteligencia y sarcasmo habitual.
Anhelabas que "El rey necio" se leyera; es lo que más te importa: que todas tus hijas literarias se conozcan, se utilicen para reflexionar y continuemos la revolución que imprimiste en ellas. Intentaremos, entre todas, que se consuma el sortilegio.
Permíteme, Koldo, que tu historia y la mía queden unidas por el amor a las palabras que buscan habitar lugares comunes, por el compromiso ético en la escritura, el activismo cultural y la militancia social, por la confianza en que «la memoria que respira y el pan que se comparte» sean ejes transversales de justicia. Entre otras «causalidades» terrenales, que testigo de lo humano y resto de energías que nos rodean, tú ya sabes de sobra.
Me reconforta pensar que seguramente supiste de mí en esta extensión de Cronos, que no hizo falta alcanzar el tiempo de Aión para crear vínculos. Por eso, aunque suene pretencioso ponerme a la altura de esta palabra hermosa y grande que muchas tuvieron el honor de poder decirte, aun así.
¡Hasta la próxima, compañero!